sábado, 28 de septiembre de 2013

Apoyar a la marcha por la vida de los Mineros de 1986


Esa fue la misión de Calamarca:

Lllegaron cantando donde nacieron los Ängeles "Los Mineros volveremos".

Pasaron 27 años. Los adultos recuerdan y los jóvenes quieren saber. Hasta Calamarca alcanzaron miles de Mineros relocalizados por el Decreto 21060 del Gobierno de Víctor Paz Estenssoro (MNR). Los Calamarqueños desde su templo sagrado mostraron sus energías tutelares, respaldo moral y material por haber soñado la dignidad e igualdad de los pueblos.

Recordamos todavía con nitidez aquella última jornada de agosto de 1986 cuando decenas de mujeres, sus hijos y los últimos trabajadores mineros asalariados llegaron cansados y con ampollas en sus pies a la población de Calamarca cantando “los mineros volveremos..”, después de caminar varios días desde Caracollo por la carretera principal de Oruro a La Paz. Decidieron salir de las minas productoras de estaño con la sede del poder político.

Aquella primera gran movilización de los trabajadores mineros, era la Marcha por la vida y la dignidad que intentaron anular la implementación de un modelo liberal salvaje que arrancaba de las minas a los proletarios y a sus familias.  

Era el último gesto del león herido mortalmente por el modelo económico y la burocracia en la Corporación Minera de Bolivia (COMIBOL), otro símbolo del proceso nacionalista de los años 50; la caída de los precios del estaño y de otros minerales en los mercados internacionales. La economía boliviana se había disparado incontrolablemente en el anterior Gobierno de la UDP del Dr. Hernán Siles Zuazo. Hubo distorsión de la economía boliviana con la inflación de tres dígitos heredada por el mal manejo de la hacienda pública durante gobiernos militares irresponsables y la vigencia de la nueva política económica reflejada en el Decreto Supremo 21060.

Recordamos las largas jornadas y los sucesos milagrosos que compartíamos en comunión durante esa semana. Uno de ellos fue el lavado de pies y la fricción con mestizan en las ampollas de los caminantes, o la multiplicación del ají de fideo que trajeron las amas de casa de Colquiri.

También tengo en mi memoria el discurso del Gobierno, de sus ministros, de su vocero, como siempre, culpando a los mineros de subversores. Nos apresaron a los que acudimos a apoyarlos por una causa humanitaria con la acusación de ser opositores, ‘rojos’. Entre los detenidos en el cuartel en Patacamaya estábamos un sacerdote, una religiosa, un dirigente del magisterio y los periodistas.

En el camino regalamos a un minero un balde pequeño para usar como plato de comida y recorrimos algunos tramos para preparar la espera del nuevo amanecer. Los relocalizados por el Decreto 21060 traían experiencia legendaria, buscando entre los campesinos cocaleros alentar un nuevo núcleo revolucionario.

El Gobierno del Víctor Paz Estenssoro detuvo la marcha en Calamarca con el respaldo de las FFAA. La posterior negociación se limitó a conseguir la libertad de los presos y residenciados. El tren de retorno, cargado de obreros en sus vagones, reproducía con belleza y con dramatismo escenas épicas y como se fueran las tristes de la Guerra Civil Española.

En Calamarca fuimos testigos, que a partir de ese final se derrumbó la historia del movimiento obrero boliviano y de su vanguardia minera. La historia de los obreros ilustrados, de los dirigentes éticos, del proletariado con conciencia de clase. Se derrumbó un modo de ser bolivianos, pero al miso tiempo nació el nuevo pensamiento de que algún día nos tocará Gobernarnos entre nosotros mismos y todos soñábamos que jach’a uru ya estaba cerca.

Esta marcha estaba denunciando al mundo, que en Bolivia comenzaba la otra forma de vivir de nuevos pobres y de nuevos ricos. Una historia que, como suele suceder, se repite cada vez y con similares personajes, y siempre marcharon hasta alcanzar a Calamarca, estos protagonistas son cocaleros, obreros, maestros, estudiantes, campesinos, indígenas y seguimos siendo los pobres, pero el espíritu de la defensa de los recursos naturales es mas fuerte. Los mineros dejaron una lección en Calamarca, luchar por la vida, por la dignidad y en defensa de los derechos humanos. Todo eso, las nuevas generaciones de Calamarca deben saber.

La gran marcha minera de 1986 ha dejado un mensaje a la humanidad qué “todos vayamos juntos y qué nadie se quede atrás”. Era un adelanto que venía poco a poco la reconstitución de Bolivia.
Viva la gran marcha por la vida
Los Mineros volveremos
Gracias.


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